17 de marzo de 2024

Anochece cerca del mar

 

Pensaba ayer que todo lo había soñado. Mi vida, mi gente, mis recuerdos cada vez más borrosos, más etéreos.

Estoy poco inspirada para escribir y, sin embargo, ¡Cuánto tengo dentro de mí! ¡Tanto que decir! 

Nunca antes me había costado tanto expresarme. 

Sigo caminando entre mar y montaña. Aquí me siento feliz, libre, cercana a esa naturaleza que nos alumbró y nos alumbra. En estos escenarios imagino relatos, leyendas. Recuerdo vivencias. Inspiro, espiro. Intento centrarme en el Presente. 

Observo el paisaje y me creo un paisaje dentro. El aroma del bosque, del mar, el sonido crujiente de las hojas, el canto de los pájaros que huelen ya la primavera... 

La vista desde la cumbre de algún pico cercano. Todos los problemas se hacen pequeños desde allí arriba. Estiro las piernas sobre las grandes rocas e intento observar a lo lejos, lo más lejos posible. Me tumbo, miro hacia el cielo. Esta vez, nubes negras que presagian tormenta.

Llueve y lo agradezco. Las gotas por la cara resbalan como si fuesen las lágrimas que no suelto. Después, un rayo de sol que calienta fugazmente mi espalda mientras bajo por el camino de piedras.

Me cruzo con dos solitarios que buscan la comunión. Quizá ya la hayan encontrado.

Con el paseo recupero fuerza. Me siento más ligera, más plena. Me siento viva. Formo parte de ese Todo. Ahora ya tiene más sentido. 

Anochece.

¿Será un sueño
o es real?

25 de febrero de 2024

Caminos


 

Caminos siempre en la vida.

Recuperando fuerzas para las subidas y frenando con las rodillas sufridas en las bajadas. 

Curvas que llevan al giro inesperado.

Lamentos al perder a uno en el CAMINO.

Risas enlatadas.

Y me imagino la vida como eso que queda después de desnudar de LIVE a las fotografías de antaño.

Lo verde brillante se vuelve gris y, cuando observo tu imagen, me doy cuenta de que has sido REAL. De que podía tocarte.


17 de febrero de 2024

Salí al atardecer

Salí al atardecer porque no encontraba acomodo en casa. 
Necesitaba moverme, airearme, estirar las piernas, estrujar el último rayo de sol de un día que no había pisado. Escuchar el sordo bullicio de una terraza de verano en invierno, tan ajeno a mí últimamente. Tan envolvente, tan irreal.
No siempre regresaba la calma. A veces, una tristeza inmensa se apoderaba de mi ánimo cansado, agotado, estremecido ya desde la primera hora del día. Eran instantes solamente, pero tan intensos que se lo podían llevar todo de golpe. Y, de pronto, el vacío.
Mientras removía la taza caliente con una vieja cucharilla que ya debería estar jubilada, recordaba como uno a uno se habían ido marchando todos.
Me preguntaba entonces: ¿Qué habré hecho tan mal?

11 de febrero de 2024

Gente normal o Normal people (serie)


Una historia de amor que se hace imposible o que es más posible que muchas otras que nos rodean. Ese tipo de relaciones que no pueden romperse definitivamente pero tampoco continuar para siempre y por siempre de la forma "establecida".

Una delicia de serie por la tremenda sensibilidad que se vuelca en ella. La sensibilidad de sus protagonistas, que luchan por mantenerse a flote mientras la vida va haciendo de las suyas. Amándose y nunca ignorándose. No pueden. No son capaces. A pesar de los temores, a pesar de todo.

La química que existe entre los dos es palpable desde el primer momento. Uno se adentra en los sentimientos de la pareja con una facilidad increíble. Es capaz de comprender el sufrimiento, el disfrute, la ilusión, los miedos y anhelos. Cada uno con su mochila, con sus facilidades y con sus traumas también. Los pasados que marcan para siempre los presentes y los futuros. 

Y entre medias, esa inteligencia que provoca que sigan adelante. Con inquietudes, con disgustos, con la lucha por encontrar algo a lo que denominamos felicidad pero es mejor que eso. Mucho mejor.

Me quedo con las magníficas interpretaciones. No hace falta explicar nada. Sólo observar. Me he sentido como Marianne y como Connell. He comprendido perfectamente sus comportamientos, a pesar de no ser perfectos y estar lejos de esa perfección en ocasiones. No es fácil. Nadie ha dicho que lo sea. De hecho, es comprensible intentar salir como se pueda. Sin flotador y buscándolo. En este mar inmenso.

9 de febrero de 2024

Cielo rosa que ahora es negro (en cuestión de segundos)


 

He querido sacar otra fotografía y ya no he encontrado ese color rosáceo de un cielo después de la lluvia. Así que os tendréis que conformar con estas gotas que resbalaban por mi ventana hace solamente un instante. Las gotas sobre ese fondo claro y perturbador. Ahora son las mismas pero parecen diferentes sobre la recién estrenada noche. 

Ausencias en las presencias y presencias en las ausencias. Ésa es mi vida AHORA. Pensaba en esto mientras observaba la ordenada colocación de todas ellas sobre el cristal. En el correr de los segundos que, por suerte, guardan con ellos todos esos momentos que se han vivido, que se han sufrido, que se han vivido. Porque a veces creo que en el sufrimiento me siento más cómoda últimamente, más cercana a todo aquello que he amado con MÁS fuerza.

Es curioso. Abajo, un montón de vehículos amontonados que se dirigen hacia el centro de la ciudad buscando quién sabe qué.


3 de febrero de 2024

Últimamente, todo lo hago a trozos


Veo películas a trozos, leo libros a trozos. Incluso, dejo el bizcocho del café a medias, las conversaciones que debieran ser infinitas, y los pensamientos... 

Yo misma, estoy hecha de trozos superpuestos, mal pegados, con pequeñas grietas por las que se puede colar la luz en ocasiones, pero también la humedad más fría.

Es difícil centrarse cuando lo que una observa alrededor no tiene nada que ver con ella. 

Hoy he pensado en esos cuerpos abiertos, que realmente somos todos, y que albergan en su interior a personas que ya no están. A los difuntos que han formado parte de nuestra vida y a los vivos que han desaparecido de ella y quizá de ellos mismos. Los llevamos para siempre con nosotros y a veces llegamos a confundir nuestra identidad con la suya. 

Caminamos a su lado, imaginando conversaciones nuevas por los acontecimientos recientes que ya no vivimos juntos, discutiendo incluso. Agarrándoles de la mano para no caernos por los precipicios.

Lo vamos recogiendo todo. Lo transformamos al antojo de una fuerza a la que no sé poner nombre y seguimos adelante. Cada vez más llenos, más rotos. Más vacíos también. 

26 de enero de 2024

Hoy me siento especialmente triste


 

Rompen las olas sobre la costa de flores.

Suena el silencio de antaño pero con voz de gritos.

Ya no somos los mismos. 

Las vivencias arañan nuestra piel cada vez más delicada, más fina. 

Como fina es la piel del final de una vida.